El gran encabezado del 11 de marzo de 2001 en las carreras de monoplazas en Estados Unidos era la visita de CART a Monterrey.
Parque Fundidora era el punto de atención, ya que la inauguración de la temporada era fuera de la Unión Americana, en un momento en el que quizá el seguimiento internacional estaba en su mejor momento. En el caso de México, la expectativa en torno a Adrián Fernández, su subcampeonato del año previo y el debut de su equipo propio, era una historia de perfil altísimo.
Sin embargo, en el largo plazo, también se recuerda la fecha por el debut de Scott Dixon, quien con 19 años y siete meses, y tras ganar el título de Indy Lights, manejó un Reynard/Toyota V8 de PacWest Racing.
Su 14º lugar de salida y 13º de llegada no refleja mucho su desempeño de aquella jornada, ya que las circunstancias del evento (un accidente de Roberto Moreno) le permitió liderar 14 de la 78 vueltas, al jugar con la estrategia.
Quizá era un preámbulo del futuro. Veinte años, 50 victorias y seis títulos nacionales después, Dixon sigue con la misma determinación para mantenerse como el mejor piloto de su generación.
«No creo que puedas poner una escala de tiempo o una edad ni nada por el estilo», comentaba Dixon en los días de medios de INDYCAR, al ser cuestionado si tenía un tiempo estimado para seguir en activo.
«Todo el mundo es bastante único y bastante diferente. En todo caso, creo que hemos visto la longevidad, no solo en nuestro deporte, sino en todos los deportes en general. Hay tantas formas diferentes, ya sea el juego mental o el entrenamiento o algo por el estilo».
«Lo que me encanta de la INDYCAR Series es que en realidad no hay una constante… bueno, es una constante. Cambia constantemente, ya sea en las pistas para el estilo del auto o actualizaciones como el Aeroscreen por seguridad y cosas así que cambian el desafío de lo que tenemos a mano para un piloto o para el grupo de ingenieros también».
«No lo sé, probablemente se deba a si no lo estás disfrutando. Amo el deporte más que nada en este momento».

Si alguien puede hablar de adaptarse a los cambios es Dixon, ya que prácticamente lo ha ganado todo en todo tipo de circunstancias.
Sus campeonatos los ha conseguido con el Panoz G-Force Toyota V8 (2003), el Dallara IR-03 Honda V8 (2008), el DW12 Honda V6 (2013), el Dallara/Chevy con el aerokit de la marca estadounidense (2015) y el Dallara/Honda con los kits universales más recientes (2018 y 2020).
Yendo más a detalle, su primer triunfo llegó en Nazareth en 2001, con el Reynard/Toyota de PacWest; pudo ganar al año siguiente en Denver, ya con Ganassi, con un Lola/Toyota, y sobrevivió a la época oscura de Toyota y Panoz en IRL (2004-2005) para ser contendiente consistente.
Si agregamos un elemento adicional, tenemos al Aeroscreen, que debutó en 2020. Nadie, ni siquiera Mario Andretti o AJ Foyt, ganaron en tantas pistas como el neozelandés (23 en IRL/IndyCar y la 24º, Nazareth, por parte de CART).
Con Mike Hull en la toma de decisiones desde que aterrizó en Ganassi, junto con la asistencia de tres ingenieros en sus 18 campañas completas con la organización (Chris Simmons, Eric Bretzman y Michael Cannon), es evidente que mejores circunstancias no pudo tener para que su continuidad parezca interminable.
Como dato adicional, de los 27 pilotos que tomaron parte de aquella cita en Monterrey, dos aún siguen en activo, al menos de manera parcial en la IndyCar actual: Tony Kanaan y Helio Castroneves. Sumemos a Juan Pablo Montoya (piloto de McLaren para la Indy 500 de este año), quien ya había hecho su debut en F1.
«Probablemente la parte más inspiradora es cuando entras por las puertas de Chip Ganassi Racing, el nivel de competencia, o la competitividad que sientes en ese entorno, es bastante intenso. Creo que definitivamente es uno de los que me impulsa», compartió Dixon.
«Me siento muy afortunado, me siento muy privilegiado de poder hacer lo que hago y especialmente con el grupo de personas con las que trabajo».
«Y luego miras que la competitividad del grrupo es una locura. La voluntad de querer intentar ganar y luego mantener esa situación ganadora, te tira bastante fuerte».

Por supuesto, entre los pocos pendientes que le quedan a Dixon, además de ganar en pistas como St. Petersburg, Portland o Laguna Seca, está defender su título con éxito. Inicialmente, su tendencia fue consagrarse cada cinco años (2003, 2008, 2013, 2018), pero ocurrieron un par de excepciones en el proceso (2015 y 2020).
Incluso, el año pasado se convirtió en el primer piloto desde la reunificación de categorías en liderar una puntuación general de inicio a fin. Pero nunca ha alzado coronas en años consecutivos.
Por ello, la mirada está puesta en ser campeón por séptima vez, que lo igualaría con Foyt como los pilotos con más títulos nacionales en la especialidad de open-wheel en Estados Unidos.
«Siete suena mucho mejor que seis, ¿por qué no?», expresó. «Nunca he podido repetir, así que ese es el objetivo número uno: ir espalda-con-espalda».
«Siempre es difícil. Creo que incluso ganar los dos últimos de los tres ha sido bastante excepcional para nuestro equipo, y ha sido fantástico para la PNC y darles la bienvenida al deporte y a bordo del No. 9.
«No lo sé, tienes que hacerlo paso a paso. Es fácil entrar y decir: Sí, vamos a repetir, queremos repetir, queremos ganar un séptimo campeonato. Pero intentar asegurar eso es algo totalmente diferente».