El cruce de ingenieros entre categorías de automovilismo es mucho más frecuente que lo que el aficionado cree.
Así como los pilotos tratan o tienen la intención de probar sus habilidades en categorías múltiples, los estrategas y quienes operan el desarrollo de los autos también buscan retos nuevos y van como trotamundos alrededor del mundo.
El paddock de IndyCar tiene muchos ejemplos. El de Chip Ganassi Racing es más notable: basta con recordar que trasladaron a varios grupos de trabajo a su programa de Ford en carreras de resistencia en 2016, pero cuando éste cerró el año pasado, muchos de sus ingenieros volvieron a IndyCar mientras se estructuró el auto de Marcus Ericsson.
Team Penske también toma ventaja de tener presencia en series múltiples y trae talento de exportación, como Gavin Ward, integrante de Red Bull Racing por 12 años y quien hoy es ingeniero de Josef Newgarden.
En Andretti Autosport, Roger Griffiths es Director de su escuadra de Fórmula E, después de ser Director Técnico de Honda en IndyCar. En ARROW McLaren SP está el caso de Andrew Jarvis, quien pasó de ser Ingeniero de Performance de Lando Norris en 2019 a ingeniero de Patricio O’Ward para este año.
La misma área administrativa también pasó por ese proceso. Bill Pappas, Vicepresidente de Competencia, fue ingeniero de Juan Pablo Montoya en 2000 y tuvo un breve paso por NASCAR Cup en 2008, con Michael Waltrip Racing.
Por esto es que el caso de Cole Pearn es tan notable como común, aunque la ambición de ganar las «500 Millas de Indianápolis» es un atractivo que no iba a dejar pasar.
«Obviamente, Indy 500 es un algo grande, por lo que definitivamente era algo (que estaba) en la lista de deseos. Tener la oportunidad de hacerlo con un gran piloto y también (con) un gran equipo, un equipo con el que me sentí cómodo, fue una oportunidad perfecta», dijo.
«Definitivamente no quería volver a competir a tiempo completo, así que tener la oportunidad de hacer una carrera, que sea en una situación competitiva, es bastante ideal».
El canadiense, quien lideró los esfuerzos de Martin Truex Jr. para ganar el título de Cup en 2017 y casi todas las competencias más importantes de NASCAR (la Southern 500 y la Charlotte 600), deja momentáneamente el retiro para ser ingeniero de Conor Daly, en el tercer auto de Ed Carpenter Racing.
Su llegada también se debe a la imposibilidad de otros ingenieros por el coronavirus. Justin Taylor, quien trabajó con JR Hildebrand y Ed Jones dentro de la escuadra, labora actualmente con ORECA en Europa y, pese a estar apalabrado con ECR, no pudo hacer el viaje a Estados Unidos.
De ahí que surgió la opción de Pearn, quien en sus días en Furniture Row Racing dirigió a Peter Craik, actual ingeniero de Carpenter. En teoría, su primer acercamiento práctico con el equipo iba a ser este fin de semana en Mid-Ohio, pero como la fecha se pospuso, y ante las restricciones por el coronavirus, las labores se trasladaron al taller del equipo a lo largo de esta semana.
Además, dejando de lado las diferencias evidentes entre los autos stock y los de IndyCar, la preparación no ha sido del todo complicada, ya que la dinámica de trabajo y procesamiento de datos se correlaciona entre ambas series.
«Obviamente, los valores que estás mirando son muy diferentes, mucho más carga aerodinámica, un coche mucho más ligero, todas esas cosas», explicó. «(Pero) sigues buscando las mismas cosas en términos de agarre y todos esos tipos de métricas que estudias son iguales. Sólo que los valores son ligeramente diferentes».
«Creo que me estoy familiarizando con todo. Obviamente, cuando todo es algo natural, llega más rápido, puede tomar decisiones mejor y más rápido. Creo que me siento cada vez más cómodo con todo».
Pearn no anticipa un cambio de parecer y regresar a una labor de ingeniero de tiempo completo, optando por una carrera en IndyCar; por el momento, sólo se enfocará en la experiencia de una Indy 500, que significa intentar algo distinto.
«No sé cuál será mi visión una vez que termine. (Pero estoy) ansioso por la nueva experiencia», expresó.