Como si fuera el destino, exceptuando el caso de 2015, Scott Dixon vuelve a llegar a una final de temporada en la IndyCar con la posibilidad de alzar el campeonato, de nuevo, con periodicidad exacta.
El neozelandés llegó a la entonces Indy Racing League en 2003 para proclamarse monarca, algo que repitió en 2008, ya con las series de monoplazas unificadas, y en 2013; la excepción de la regla fue hace tres años, cuando aprovechó el desempate sobre Juan Pablo Montoya.
Hoy, está en la posición que más disfruta: liderar y tener el destino en sus manos.
«Es siempre difícil cuando se define al final. Pero creo que tienes esa situación durante la temporada, todos en este nivel, haces todo lo que puedes para intentar y obtener una victoria. No hay diferencia semana a semana. Rumbo a Sonoma, hay un poco más en la línea, pero estrictamente tienes que tratarla como cualquier otra carrera», dijo.
«Creo que si ves en general, fue probablemente un inicio un poco lento, y creo que tuvimos la velocidad, solo que no logramos capitalizar en ello. En algunas carreras en esa porción temprana nos faltó un poco, y con el nivel de competencia y lo complicado que es, terminas lejos por mucho.
«Piensas sobre esas oportunidades que se escaparon que tuviste, y esperas eso en reflexión que no te afecten en el final».
Pese a que la consistencia en sus resultados ha sido buena, considerando la paridad de la serie, es difícil pensar que el año de Dixon no fuera tan sólido como uno pueda imaginar. Es uno de los cuatro pilotos que ha terminado las 16 carrera que anteceden a Sonoma, co-lidera la tablas de victorias (tres) y de podios (ocho), además de liderar la estadística de resultados entre los 10 mejores lugares.
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Pero las clasificaciones han sido su «Talón de Aquiles»: tras asistir a todos los Fast Six (la Q3 en circuitos no ovales) el año pasado, en 2018 solo alcanzó esta instancia en cuatro ocasiones (de 11 posibles).
Quizá el punto más bajo del año fue en el GP de Indianápolis, donde un lugar de salida frustrante (18º) llevó a una ligera tensión con su equipo, aunque la magia al volante le dio un segundo lugar en carrera. Después llegaron carreras como Iowa, en la que pasó desapercibido para cruzar la meta en 12º y, por supuesto, Portland, donde milagrosamente evitó el accidente en la largada y se benefició de las banderas amarillas para llegar en quinto.
Dixon reconoce que el nivel de la primera parte del calendario no fue bueno, pero lo hecho, hecho está, y ahora enfrentará a un Alexander Rossi que fue la referencia del verano, al ganar dos carreras, terminar en el Top 8 en las últimas ocho fechas y convertir un déficit de más de 60 puntos en una combinación tan simple que una victoria del estadounidense y un resultado que no implique un podio para el neozelandés, le quitaría la esperanza de la quinta corona.
«Tuvimos algunas carreras miserables al inicio del año, algunos errores grandes y algo de mala suerte. Creo, en estrategia, que teníamos un podio en Long Beach, igual en Barber, en Indianápolis (GP) manejamos la clasificación pero el auto estaba bien en la carrera», recordó.
«Creo que podrías preguntárselo a cualquier piloto: hay tantos escenarios y situaciones a lo largo de la temporada que, sí, pudimos haber hecho algo mejor o pudimos tener más suerte aquí y allá. Encontré durante el curso del año que iguala su resolución. Pero sí, no puedo cambiar eso, así que no voy a pensar mucho sobre ello. Solo mantendremos nuestras cabezas bajas e intentaremos hacer lo más de ello».
Dixon se sintió muy aliviado porque su mejor clasificación desde Mid-Ohio llegó en el momento más apropiado; aunque Ryan Hunter-Reay le quitó un punto importante, el integrante de Chip Ganassi Racing necesita ganar o quedar en segundo para no depender de nadie en la puntuación.
De por sí se le considera una leyenda de la especialidad por ser el segundo piloto más ganador, pero un quinto título lo desempataría con Mario Andretti, Sébastien Bourdais y Dario Franchitti para ubicarse solo por detrás de AJ Foyt en cantidad de campeonatos. La misión parece más fácil que la última vez. ¿Logrará finiquitar el trabajo?
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